Trastorno de los Sonidos del Habla (TSH)
Actualización 2022/24 – Franklin Susanibar
La información fue tomada del Manual Técnico de la Prueba de Evaluación Fonética Fonológica (PEFF)
El TSH se caracteriza porque la adquisición, desarrollo y/o aprendizaje de los componentes fonético y/o fonológico del lenguaje están alterados. Las personas con este trastorno pueden evidenciar dificultades en la producción articulatoria, en el uso funcional de los fonemas y/o en las reglas de combinación de los elementos segmentales (consonantes y vocales) y en algunos casos, además, pueden estar afectados los elementos suprasegmentales (acento léxico y/o de frase, resonancia, segmentación silábica y/o tasa de articulación más lenta) (Figura 2.15) (Susanibar, Dioses y Castillo, 2016). El TSH puede: a) tener diferentes etiologías, b) afectar la inteligibilidad del habla en diferentes grados y c) ser diagnosticado en diferentes etapas de la vida, utilizándose, las nomenclaturas de TSH-persistente después de los 6-7 años y TSH-residual más allá de los 9-10 años.
Los niños con TSH representan aproximadamente el 70% de los casos que se atienden en los servicios de terapia de lenguaje (Mullen y Schooling, 2010; Waring y Knight, 2013). Además, son un grupo extremadamente heterogéneo y que evidencian diferencias en cuando a la gravedad de su afección, nivel de inteligibilidad, causa subyacente (etiología), tipos de errores y respuesta al tratamiento. Los niños que son diagnosticados con TSH evidencian una dificultad para producir correctamente los elementos segmentales y/o suprasegmentales esperado para la edad cronológica (Susanibar, Dioses y Castillo, 2016).
Etiología de los TSH
El TSH es un diagnóstico nosológico que engloba diversas etiologías que tienen en común los síntomas mencionados anteriormente, es decir, alteraciones en los elementos segmentales y suprasegmentales, de orden fonético y/o fonológico. La etiología del TSH se puede dividir en dos grandes grupos, aquellos que tienen una etiología idiopática o criptogénica y los que tienen una etiología identificada, tal como se observa en la figura 2.16 (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
Etiología idiopática:
Comprende el grupo más grande de niños con TSH, que puede estar entre el 55% y el 90% de todos los casos (Broomfield y Dodd, 2004a; Broomfield y Dodd, 2004b; Shriberg, Fourakis, Hall et al., 2010; Rvachew, 2021). Son aquellos niños que no evidencian alteración morfológica orofacial, neurológica, cognitiva, auditiva o de otra índole que justifique sus alteraciones segmentales y/o suprasegmentales. Existen amplia evidencia de que la etiología de estos TSH idiopáticos clínicamente subyace en aspectos genéticos (Lewis, Shriberg, Freebairn et al., 2006; Peter, Wijsman, Nato Jr et al., 2016; Benchek, Igo, Voss-Hoynes et al., 2021). La mayoría de estos casos evidencian dificultades problemas de orden lingüístico (Lewis, Shriberg, Freebairn et al., 2006), sin embargo, existe un grupo menor de niños con etiología idiopática que evidencian características de un trastorno motor del habla (apraxia del habla infantil, retraso motor del habla o disartria infantil) (Shriberg, Kwiatkowski y Mabie, 2019; Shriberg, Campbell, Mabie y McGlothlin, 2019; Hildebrand, M. S., Jackson, V. E., Scerri, T. S. et al., 2020).
Etiología identificable o evidente:
Las alteraciones segmentales y/o suprasegmentales están, por lo general, justificadas por un trastorno de base, estos pueden ser de diferente etiología (Susanibar, Dioses y Castillo, 2016):
» Neuromotora o trastornos motores del habla infantil (TMHI):
Son aquellos en lo que su alteración subyace en una capacidad reducida y/o degradada para planificar, programar, controlar y/o ejecutar espacio-temporalmente los gestos fono-articulatorios del habla. Los TMHI pueden ser una apraxia del habla infantil (AHI), retraso motor del habla (RMH) y disartria infantil (DI). Estos TMHI pueden ser de etiología idiopática o de etiología evidente, cuando se presentan dentro de un trastorno del neurodesarrollo o trastorno genético, así como (Shriberg, Strand, Jakielski y Mabie, 2019).
» Morfológica:
Son casos en los que una alteración en la morfología orofacial (frenillo alterado, hendidura palatina, maloclusiones severas, resecciones orofaciales, entre otras) justifica la dificultad para emitir algunos elementos segmentales y/o suprasegmetales (resonancia) (Susanibar, Dioses y Castillo, 2016).
» Percepto-auditiva:
Son aquellos en los que el procesamiento auditivo se ve afectado por una discapacidad auditiva o un déficit en conducción auditiva (otitis), conllevando a dificultades en la producción de los sonidos del habla (Haapala, Niemitalo-Haapola, Raappana et al. 2014; Cai y McPherson, 2017; Sagr y Sagr, 2021).
» Multifactorial:
Son casos que evidencian alteraciones neuromotoras, morfológica, percepto-auditiva y/o cognitivo-lingüísticas al mismo tiempo. Por lo general, se da en los trastornos del neurodesarrollo o genéticos, como Síndromes de Down, de Rett, discapacidad intelectual, entre otros.
Prevalencia de los TSH
En la actualidad no existen datos precisos con respecto a la prevalencia de los TSH, ello es debido a una serie de variables tales como: a) las definiciones operacionales del trastorno no están claramente establecidas y consensuadas, visualizándose la problemática desde diferentes perspectivas; b) el método de recolección de información de los estudios es diverso, por ejemplo, encuestas de padres de familia o maestros de aula sin conocimiento especializado; o la aplicación de diferentes test (con diferentes marcos teóricos) por los especialistas de lenguaje u otros. Todo ello genera resultados variables en la prevalencia (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
A pesar de ello, existen algunos datos de estudios principalmente en poblaciones de habla inglesa. De allí, se sabe que la prevalencia del TSH en niños de 3 años es 15,6% (Campbell et al., 2003), siendo mucho más altas que en niños mayores (6 años) que evidencian 3,8% de prevalencia (Shriberg, Tomblin y McSweeny, 1999).
La prevalencia en la literatura inglesa puede oscilar entre el 2,3% y el 24,6% en niños preescolares y escolares (Susanibar, Dioses y Chicaiza, 2022). En los países hispanos encontramos también una gran variabilidad, por ejemplo, el estudio realizado por Salvador Mora (2009) en Ecuador, encontró un 12,3% de prevalencia. En Chile Wauters, Vergara, Vergara, Pérez, Parada y Aguilera (2015) evidenciaron que el 30% de los niños escolares evaluados tenían problemas articulatorios. En España la prevalecía fue de 14,2%. (García-Mateos, Cinca, De Santiago Herrero y de Pedro, 2014). En Argentina, 12.6% evidenciaron alteraciones fonéticas y/o fonológicas (Regatky, Lamy y Salamanco, 2008). En México, Taboada, Zurita, Martínez y Cuanalo en 2011 en la Ciudad de México, refieren que el 42% de su muestra evidenció un trastorno articulatorio; así mismo, en dos estudios recientes, se encontró una prevalencia de 16,5% en una población de escolares de la ciudad de Durango Reyes-Verdín, Ríos-Valles, Soto-Rivera y Herrera-Vargas (2021) y en un grupo de pacientes con trastornos del lenguaje, del habla y del aprendizaje de la Ciudad de México, se encontró que el 31,5% de casos tenían alteraciones fonéticas y/o fonológicas (Murphy-Ruiz, Arch-Tirado, Leyva-Cárdenas, Adame-Calderón, Villarruel-Rivas y Lino-González, 2021).
En resumen, la prevalencia de los estudios de habla hispana es similar a lo referido en estudios de habla inglesa, por lo que se podría estimar, tal como lo refieren Susanibar, Dioses y Chicaiza (2022), es de esperar que en una muestra aleatoria exista por lo menos entre 10% y 15% de niños que podrían evidenciar algún grado de retraso en el aprendizaje de los sonidos del habla, pudiendo ser diagnosticados como TSH. Por otro lado, todos los estudios revisados concuerdan en que los varones son los más afectados en una proporción de 1.5 – 1.8 sobre 1.0 y que las condiciones socioeconómicas bajas inciden en este tipo de trastornos (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
Comorbilidad con trastornos del lenguaje/trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL)
Shriberg, Tomblin y McSweeny (1999) informan de una comorbilidad entre el TSH y TDL entre el 11 al 15% a los 6 años de edad, sin embargo, estas tasas son considerablemente más altas (50 al 75%) para niños en edad preescolar (3 a 6 años) (Shriberg y Kwiatkowski, 1994). En otro estudio realizado por Beitchman, Nair, Clegg, Ferguson y Patel (1986) con 142 niños de 5 años, encontraron que el 30% evidenciaba una comorbilidad de TSH+TDL. En 1400 niños australianos de 4 años se encontró una prevalencia de TSH+TDL, de 40,8% (Eadie, Morgan, Ukoumunne et al., 2015).
Trastorno de los sonidos del habla persistentes y residuales
Por lo general la gran mayoría de los TSH, con una intervención adecuada, logran superar sus dificultades dentro de la edad de adquisición de los sonidos del habla (6 a 7 años), sin embargo, existe un pequeño grupo que evidencian errores que persisten fuera de esta edad y algunos que permanecen (residuales) hasta la adolescencia y adultez (Shriberg y Kwiatkowski, 1994; Wren, Roulstone y Miller, 2012; Shriberg, Campbell, Mabie y McGlothlin, 2019; Rvachew, 2021). Por lo general los errores persistentes o residuales se evidencian con más frecuencia en aquellos sujetos que, de niños (preescolar) fueron diagnosticados con algún TMHI. También, se evidenciarán errores residuales en personas que tenían comorbilidad con déficits cognitivo-lingüísticos (TSH+TDL), morfológicos orofaciales (maloclusiones severas o hendidura palatina).
Prevalencia de errores persistente o residuales
La prevalencia del TSH persistente o residual difiere en función de la población estudiada (población aleatoria o muestra clínica), la edad, el sexo, comorbilidad con el TSH y la gravedad del TSH. Algunos estudios sobre TSH persistentes refieren que el 20% de niños diagnosticados con retraso motor del habla pueden continuar con errores más allá de los 6 años (entre 6 y 9 años) (Shriberg, Campbell, Mabie y McGlothlin, 2019). En otro grupo de niños (178) entre 3 y 11 años, (Shriberg y Kwiatkowski, 1994) se estimó que el 5% evidenciaron errores residuales. En una población de niños de 8 años, se informó que el 18% tenía errores del habla sin resolver (Roulstone, Miller, Wren y Peters, 2009). En otro estudio realizado en una población amplia (7390) de niños 8 años en adelante, Wren, Roulstone y Miller (2012) estimaron que el 11,3% evidenciaban errores persistentes (entre simples distorsiones hasta errores más severos).
Por otro lado, con relación a los TSH-residuales; Culton (1986) encontró que el 1,4% de estudiantes universitarios evidenciaba algún error articulatorio sin resolver. Asimismo, los estudios que evaluaron adolescentes y adultos que habían sido diagnosticados con apraxia del habla en la infancia, observaron que aún evidenciaban errores segmentales y suprasegmentales (Peter, Lancaster, Vose et al., 2018; Miller, Lewis, Benchek et al., 2019; Lewis, Benchek, Tag et al., 2021; Cassar, McCabe y Cumming, 2022). En un estudio con adolescentes que habían sido diagnosticados con TDL en la niñes se evidenció que el 80% de ellos mostraba aún dificultades en tareas fonológicas (Stothard, Snowling, Bishop, Chipchase y Kaplan, 1998). En otro grupo de adultos que habían sido diagnosticados con TSH+TDL de niños, el 20% aún exhibía errores en el habla (Felsenfeld, Broen y McGue, 1992). Por su parte Bryan (2004) evaluó a 30 reclusos (adolescentes-adultos) en diversas capacidades (comunicación, lenguaje y habla) y evidenció que el 47% presentaban problemas de habla.
Sintomatología de los TSH
El TSH evidencia dos síntomas o signos generales, errores segmentales por alteraciones fonéticas y/o fonológicas, y en menor grado, errores suprasegmentales. Además, los errores segmentales pueden ser estables, inestables, típicos o atípicos, entre otros que serán descritos a continuación.
Alteraciones fonéticas
Alteración que consiste en la incapacidad de producir (articular) correctamente los sonidos esperados a una determinada edad cronológica. Esta imposibilidad se detecta desde la emisión aislada del sonido, como también en sílabas, palabras y conversación.
A estos sonidos se les denomina como sonidos no estimulables (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
Alteraciones fonológicas
Alteración que consiste en el uso inadecuado de los segmentos contrastivos esperados para una determinada edad cronológica; esta se caracteriza porque el individuo logra articular de manera aislada o en sílabas el segmento; pero no los utiliza durante la
interacción verbal espontánea, es decir, es capaz de producir el segmento <p> o la sílaba <pa> e, incluso, palabras o frases cuando son silabeadas (con o sin modelo), pero en el habla espontánea dice <telota> por <pelota> o <maache> por <mapache>. A estos
sonidos se les denomina como sonidos estimulables (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).
Alteraciones fonéticas-fonológicas
La gran mayoría de los niños atendidos clínicamente, evidencian tanto alteraciones fonéticas como fonológicas que coexisten, aunque el número de signos, gravedad, intensidad e inicio de los mismos varía de sujeto a sujeto, pudiendo suceder que haya un solo error fonético y varios fonológicos o viceversa (Susanibar, Dioses y Tordera, 2016).